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jueves, 27 de noviembre de 2014

¿Indicativo o subjuntivo?

A los estudiantes de español se les hace difícil el uso del modo subjuntivo. Este modo del verbo viene regido por determinadas estructuras bastante rígidas que hay que aprender, aunque también se pueden razonar los usos de indicativo y subjuntivo en algunos casos. En esta entrada vamos a dar unas pautas para que los estudiantes de español más avanzados puedan usar los tiempos del modo subjuntivo de forma correcta.

En primer lugar, necesitamos aprender en qué se diferencia el modo indicativo del modo subjuntivo. El modo indicativo se utiliza cuando se quiere expresar o declarar lo que se piensa, lo que se sabe, lo que se opina, etc. de una forma segura, como una verdad absoluta. Tomamos algunos ejemplos: Pedro tiene novia. Pienso que esto no es lo correcto. Me parece que María no tiene ganas de ir al parque. Los libros dicen que la Tierra es redonda.

El modo subjuntivo se utiliza cuando se quiere hacer referencia a una idea virtual, un deseo, una duda, un sentimiento, etc., es decir, algo que no es del todo real en el momento en que se habla. Tomamos algunos ejemplos: No creo que María venga a casa esta tarde. Ojalá estuvieras conmigo todas las noches. Si fuera a casa me metería en la cama con un vaso de chocolate.

A veces no resulta tan fácil aplicar la lógica cuando se habla español como lengua extranjera. Por eso lo más habitual es aprender aquellas construcciones que rigen un modo u otro. Comenzaremos con el modo indicativo. Este modo se utiliza cuando hablamos de una acción o un estado que sin duda se desarrolla o se experimenta, ya sea en el presente, en el pasado o en el futuro: Su hermano está comiendo con sus tíos. Ayer se lo pasaron en grande. Mañana irá con sus abuelos. A Jaime le gustaría tener un coche. También se utiliza con verbos de pensamiento u opinión en forma afirmativa: Creo que Martín tiene frío. Opino que eso no es justo para ellos. Con expresiones de tiempo (cuando, mientras, hasta que, en cuanto, tan pronto como), si la acción se repite regularmente en el tiempo o se ha producido ya, se utiliza el modo indicativo: Cuando me levanto por las mañanas desayuno enseguida. Mientras Martina estudia su padre lee. Hugo estuvo esperándome hasta que llegué. En cuanto me estudié el tema salí a tomar un café con Pedro.

El modo subjuntivo, sin embargo, se utiliza en construcciones que indican deseo o esperanza (querer que, desear que, ojalá): Quiero que mi madre venga a verme. Deseo que se cumplan mis sueños. Ojalá aprobemos los exámenes. También es de uso obligatorio con verbos de pensamiento u opinión en forma negativa: No creo que se queden estudiando toda la noche. No pensamos que beber mucho alcohol sea lo mejor para él. Con expresiones de tiempo (cuando, mientras, hasta que, en cuanto, tan pronto como) si la acción no se ha desarrollado todavía también se usa el subjuntivo: Cuando venga a verme le daré el regalo. Mientras no hagas los deberes no tendrás tu merienda. Tan pronto como me llame, saldré de casa. También se usa en oraciones subordinadas finales negativas: Te lo he dicho para que no metas la pata. Sus padres le compraron un libro para que no pasara tantas horas delante del ordenador. Y por último, se usa cuando hablamos de una persona, cosa, etc. que por el momento no conocemos pero cuyas cualidades mencionamos con una oración de relativo: En esta empresa buscan a alguien que tenga muchas ganas de trabajar. Para mi cumpleaños quiero un ordenador que no pese mucho.


¿Conoces alguna regla adicional para diferenciar el uso del indicativo y del subjuntivo?

jueves, 20 de noviembre de 2014

¿QUÉ es lo QUE crees QUE vamos a explicar y por QUÉ?

¡Exacto! El uso de QUE/QUÉ.

La palabra que siempre introduce una oración; la palabra qué introduce tanto una oración como un sintagma. Así que vamos a descifrar paso a paso el uso de estas dos palabras. Intentaremos aclarar posibles confusiones a nuestros estudiantes de español a la vez que afianzaremos las reglas de uso de los hispanohablantes.

Empezamos con que con función de nexo. Se utiliza en las oraciones coordinadas, es decir, aquellas oraciones que poseen la misma jerarquía sintáctica. Podemos encontrar este nexo en las oraciones  coordinadas copulativas. Veamos algunos ejemplos:
            Estela está llora que llora por los rincones
            Diana está ríe que ríe con ese monólogo

Es importante destacar que el nexo aunque se escribe todo junto, ya que *aun que no existe. Este es un nexo de oraciones coordinadas adversativas.

Que puede funcionar también como una conjunción que introduce oraciones subordinadas. Además, suele pertenecer a una locución conjuntiva (un conjunto de palabras que funcionan en bloque de la misma manera, en este caso, introduciendo una oración). Encontramos diferentes tipos de oraciones en las que aparece que.

Por ejemplo, las oraciones subordinadas concesivas, que comparten nexos con las coordinadas adversativas, como es el caso de aunque. Sin embargo, también tienen nexos propios con que como por más que, a pesar de que. Por ejemplo:
            Por más que me esfuerzo no consigo aprobar el examen
David me ha dicho que no vendrá, a pesar de tener vacaciones

Las oraciones subordinadas de finalidad también utilizan nexos en los que aparece que: a fin de que.
            Carlos nos lo dijo a fin de que Cristina pudiera estar tranquila

Las oraciones subordinadas causales también utilizan este tipo de nexos: ya que, debido a que, puesto que, porque. Atención a porque, ya que, en una oración que expresa causa, se escribe junto y sin tilde. Más adelante veremos las ocasiones en las que que sí lleva tilde.
            Carlota lo tiene todo listo porque su madre se lo ha preparado
            No vino debido a que tenía que cuidar de su madre enferma

Las oraciones subordinadas consecutivas utilizan las siguientes locuciones conjuntivas que incluyen que: así que, tanto… que, de modo que, conque. En esta última conjunción es importante remarcar que se escribe junta y sin tilde.
            No tenía hambre, así que no cené nada
            No pude terminarlo a tiempo, conque lo dejé para la mañana siguiente

Una de las formas equivalentes al si de las oraciones subordinadas condicionales es en el caso de que, otra de esas locuciones en las que aparece que. Aquí tenemos un ejemplo:
            En el caso de que llueva toda la mañana nos quedaremos en casa haciendo las tareas del hogar

En las oraciones subordinadas comparativas que introduce la segunda parte de la comparación. Por ejemplo:
            Pablo es menos inteligente que su hermano
            Fumar es menos dañino para la salud que beber todos los días una botella de  vino

El último uso de que como conjunción es en oraciones subordinadas sustantivas. Generalmente se usa con verbos de opinión como pensar, afirmar, creer, etc. Veamos algún ejemplo:
            Me contó que conocía a María
            Me alegro mucho de que hayáis venido
            Me dijo que fuera a Venezuela a visitar a su familia

Hagamos un inciso, ¿qué opináis de las siguientes oraciones?:
            *Me alegro mucho que hayáis venido
            *Me dijo de que fuera a Venezuela a visitar a su familia

Efectivamente, estas oraciones son agramaticales, es decir, no son correctas. En el primer caso estamos incurriendo en el error del queísmo, ya que el régimen del verbo alegrarse requiere un complemento introducido por la preposición de. En el segundo caso, tenemos el fenómeno opuesto, el dequeísmo, ya que se ha insertado una preposición erróneamente en un complemento directo. El verbo decir no rige la preposición de (*decir de algo>decir algo). Por tanto, mucho cuidado con los regímenes preposicionales de los verbos.

Otro tipo de que (todavía escrito sin tilde), es el que se utiliza en las oraciones subordinadas de relativo, es decir, que como pronombre relativo. Este que hace referencia a una palabra anterior, llamada antecedente, e introduce una oración en la que el antecedente realiza alguna función a través del pronombre relativo. El antecedente puede ser tanto personas como cosas.
            El libro que está encima de la mesa es de Pepe
            La chica que estudia aquí es de Colombia

Finalmente llegamos a los únicos casos en los que qué va acentuado. Estos son los pronombres interrogativos y exclamativos. Por ejemplo.
            ¿Qué ropa te vas a poner hoy? (oración interrogativa directa)
            Me gustaría saber qué ropa te vas a poner hoy (oración subordinada interrogativa indirecta)
            ¡Qué camiseta tan bonita! (oración exclamativa)

También  qué pronombre interrogativo y exclamativo lleva tilde cuando va precedido de preposición. Ahora algunos ejemplos:
            ¿Por qué tienes esa cara?
            ¿A qué campo pertenece este documento?

Esperamos que este pequeño resumen haya aclarado todas vuestras dudas. Nos vemos en la próxima entrada. ¡Feliz semana!

jueves, 13 de noviembre de 2014

El uso correcto de los tiempos verbales en español


En español existen muchas formas verbales. Debemos tener en cuenta el tiempo, el modo, la persona, el número, etc. Y no solo eso, sino que también debemos aprender o, en otros casos, afianzar, el uso correcto de los tiempos verbales.

Empecemos con el condicional. Es un tiempo que viene regido por estructuras determinadas. Por eso es incorrecto utilizar el condicional en oraciones condicionales introducidas por “si”. Veamos un ejemplo: *Si vendría mañana, se lo agradecería. Lo correcto sería: Si viniera mañana se lo agradecería.

El subjuntivo es un modo que suele ser complicado de utilizar para los hablantes de español como lengua extranjera. Vamos a ver algunos errores comunes en el uso del subjuntivo. En las oraciones condicionales el modo subjuntivo debe reflejarse únicamente en la oración que viene introducida por “si”. Por tanto, sería incorrecto: *Si quisieras, se lo dijera; pero correcto: Si quisieras, se lo diría.

El modo subjuntivo también se utiliza para situaciones de modestia o cortesía, como por ejemplo: No quisiera molestarle, pero tengo que contarle algo. Con este ejemplo podemos apreciar que la regla general que nos decía que la doble forma del pretérito imperfecto de subjuntivo quisiera y quisiese era intercambiable se viene abajo ya que, en este caso, no es posible decir: *No quisiese molestarle, pero tengo que contarle algo. Sin embargo, sí es intercambiable la primera forma del pretérito imperfecto de subjuntivo por el condicional simple: No querría molestarle, pero tengo que contarle algo.

Con el infinitivo también se suelen cometer errores. Uno de los errores más comunes de los hispanohablantes es el uso del infinitivo por imperativo. Por tanto, sería incorrecto decir: *Recoger los juguetes ahora mismo; y correcto: Recoged los juguetes ahora mismo.

El gerundio también es una de estas formas del verbo que resulta complicada de utilizar. Quizás por influencia del inglés, se sustituyen oraciones relativas por gerundios de forma incorrecta. La oración María recibió ayer un mensaje que decía que iba a tener un virus se convertiría, de forma incorrecta en *María recibió ayer un mensaje diciendo que iba a tener un virus. No obstante resaltamos que hay excepciones como el agua hirviendo.

El gerundio de posterioridad (aquel que indica que una acción es posterior a otra) no existe, ya que un gerundio expresa acciones que se están llevando a cabo en un preciso momento o de manera anterior a otra acción. Por eso, es incorrecto decir: *Se adelantaron las elecciones, saliendo ganador de nuevo el anterior presidente; aquí deberíamos formar una oración y conjugar el verbo de forma personal: Se adelantaron las elecciones y salió ganador de nuevo el anterior presidente.

Además, hay que tener en cuenta que en una oración los tiempos verbales deben seguir una relación temporal. En el siguiente ejemplo podemos ver la incoherencia en los tiempos verbales: *Se decidió que no se manda el archivo; donde lo correcto sería: Se decidió que no se mandaba el archivo.

Centrándonos en errores más concretos, podemos resaltar el añadir -s a la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple: *dijistes, *trajistes, *estudiastes, *ves. También el uso incorrecto del pretérito perfecto simple del verbo andar y conducir está muy extendido: *andé/anduve, *andaste/anduviste, *andó/anduvo, *conducí/conduje, *conduciste/condujiste, *condució/condujo. Existen verbos en los que se produce un cambio vocálico en el presente de indicativo, como: *apreto/aprieto, *apretas/aprietas, *apreta/aprieta; o con cambio vocálico en su forma de gerundio, como *dormiendo/ durmiendo. También hay verbos inexistentes, como *preveer, cuya forma correcta es prever y se conjuga como tal (preví, previste). Por último existen verbos cuyas formas conjugadas pueden sonarnos raras si no estamos acostumbrados a ellas, pero son como se conjugan realmente: satisfice, satisfaré, satisfaría.



Fuente: Guía práctica del español correcto, Paredes García 2010

jueves, 6 de noviembre de 2014

"Yo, mí, me, conmigo..." ¿Sabrías continuarlos?

Vamos a explicar los pronombres personales en español de una forma sencilla. Parece complicado, pero con la práctica conseguiréis dominarlos. ¡Ánimo!
Aquí tenemos un cuadro resumen con todos los pronombres personales según la función que realicen:

FUNCIÓN
NÚMERO
PRIMERA PERSONA
SEGUNDA PERSONA
TERCERA PERSONA
Sujeto
Singular
yo
tú, vos
él, ella, ello
Plural
nosotros/as
vosotros/as
ellos/as
Complemento directo
Singular
me
te
lo, la se
Plural
nos
os
los, las, se
Complemento indirecto
Singular
me
te
le, se
Plural
nos
os
les, se
Con preposición
Singular
mí, conmigo
ti, vos, contigo
él, ella, ello
Plural
nosotros/as
vosotros/as
ellos/as

Veamos algunos ejemplos:

            Sujeto:
Yo cocino todos los días
Vos comés pan en todas las comidas
Ellos quieren comprar una casa

Complemento directo:
Carlos lee el periódicoà Carlos lo lee
            Nosotros tenemos la respuestaà Nosotros la tenemos
Ellos llaman a Carlosà Ellos lo llaman

Complemento indirecto:
Leonardo da una flor a Carlaà Leonardo le da una flor
Yo compro libros a mi hijoà Yo le compro libros
Vosotros regaláis un viaje a los abuelos à Vosotros les regaláis un viaje

Con preposición:
Esto es para ti
María ha ido a Madrid por él
Quiero que vengas conmigo al parque

Es importante tener en cuenta el uso del pronombre usted/es, que hace referencia a una segunda persona (del singular o del plural), por tanto, equivalente a tú/vosotros. Sin embargo, usted/es solo se utiliza cuando realiza la función de sujeto o cuando va precedido de una preposición, ya que para todas las demás funciones utilizamos los pronombres correspondientes a la tercera persona. Veamos un ejemplo:

Usted tiene unos hijos preciosos
Con ustedes se puede contar siempre
Ellos le llaman a ustedà Ellos le llaman
Yo le compro libros a ustedà Yo le compro libros


Veamos ahora cómo colocar correctamente los pronombres. Nos encontramos con distintas situaciones:
Colocación de los pronombres con respecto al verbo:
-Por regla general, los pronombres se colocan delante del verbo: nosotros la tenemos, yo le compro libros, vosotros les regaláis un viaje.
-Se añaden al final del verbo cuando este es un infinitivo (llamarlo), un gerundio (teniéndola) y un imperativo (tráelas).

Cuando hay más de un pronombre en una misma frase (cuando tanto el complemento directo como el indirecto se reducen a pronombres):
-Ambos pronombres se escriben uno al lado del otro.
-El orden es el siguiente: pronombres de complemento indirecto, pronombres de complemento directo.

Cuando el pronombre de complemento directo e indirecto coinciden en la tercera persona, el pronombre de complemento indirecto se convierte en se:
Pronombre complemento directo: lo(s), la(s)
Pronombre de complemento indirecto: le(s)

                Leonardo da una flor a Carlaà Leonardo se la da
   Yo compro libros a mi hijoà Yo se los compro


Por último, en español es común doblar el complemento indirecto (pronombre y complemento con preposición) para dar énfasis a lo que se está diciendo. Veamos algunos ejemplos:

                Leonardo da una flor a Carlaà Leonardo le da una flor a Carla

                Yo compro libros a mi hijoà Yo le compro libros a mi hijo



viernes, 31 de octubre de 2014

Los retoños de la RAE

A lo largo de la historia la lengua ha sido un instrumento de éxito, el medio por el cual muchos amantes de la lengua han sido premiados. En español son varios los premios que reconocen el prestigio de autores que, gracias al uso que han hecho de la lengua, han creado auténticas obras de arte para el resto la humanidad. Así, el Premio Nobel de Literatura –un galardón internacional– en los últimos años ha premiado a personalidades del mundo de la lengua española como Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela o Gabriel García Márquez, entre otros. El premio Planeta, concedido por una editorial española, ha premiado a Jorge Zepeda Patterson, Clara Sánchez o Lorenzo Silva en los últimos años. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras ha destacado a autores como Antonio Muñoz Molina o Augusto Monterroso en sus últimas ediciones. Del otro lado del continente europeo también se reconoce la labor de autores como Jorge Volpi, Antonio Skármeta o Ángela Becerra gracias al Premio Planeta-Casa América.

En este contexto, cabe plantearnos algo: el componente básico de estos éxitos. Y no es nada más que la lengua española que, aunque moldeada por la pluma de los galardonados, sienta las bases del encanto que estos premios emanan. Aunque quizás sea hora de premiarla a ella, y qué mejor manera que haciendo un buen uso de la misma. Pero, ¿cómo podemos determinar en qué consiste el buen uso del español?, ¿está relacionado con lo correcto?, ¿o más bien con la norma?, ¿qué importancia tiene el uso cotidiano que hacemos de la lengua? Si tratamos de dar respuesta a estas preguntas, quizás lleguemos a saber cómo premiar a nuestra lengua.

La Real Academia Española establece el conjunto de normas que regulan la lengua. Sin embargo, ¿podríamos afirmar que la normalización de la lengua implica un uso correcto de la misma? Para muchos profesionales de la lengua, la corrección va más allá de la norma. Martínez de Sousa, ortotipógrafo y lexicógrafo,  no destaca por acatar la norma en silencio, sino por argumentar de una forma razonada sobre el uso de la lengua. Esto podría llevarnos a plantearnos si el uso cotidiano de la lengua, que quizás no está registrado por escrito, es algo digno como para considerarlo correcto.
Podríamos decir en este momento que el término medio aristotélico sería una de las maneras de abarcar la cuestión del uso o la norma de la lengua. ¿Es estrictamente necesario el cumplimiento de la norma? O más bien, ¿habría que aludir a la razón y evitar los sinsentidos de la norma? Estas preguntas quizás no tengan una respuesta clara, ya que cada hablante puede opinar algo distinto. Pero, ¿realmente somos dueños de la lengua?

La Real Academia Española parece ser la madre que cuida de sus retoños. Sin embargo, estos retoños son de un padre distinto cada uno. Algunos son claramente hijos del inglés; es el caso de aquellas palabras incluidas en el diccionario como voces inglesas: marketing, copyright, software, etc. Otros son hijos ingleses criados en países hispanohablantes: airbag, gay, espray, etc. Otros son mellizos, uno de ellos hijo de padre inglés y otro de padre español: sesión fotográfica/shooting, mercadotecnia/marketing, ir de compras/shopping. Y otros, aunque hijos de padre inglés, no son reconocidos por el mismo: jipi, bluyín, güisqui, cederrón, nocaut, jonrón, etc. Por otro lado, nos encontramos con los hijos de la RAE de otro padre, la actualidad: mileurista, amigovio, feminicidio, papichulo, birra, chupi, etc. Y luego ya, contamos con los bastardos de la actualidad, aquellas palabras que no han sido ni reconocidas por la propia RAE y que la actualidad se pregunta el porqué de esta discriminación, como follamigo y Smartphone.


¿Cómo vamos a dar respuesta a estas preguntas si la RAE no nos ayuda con un enfoque claro de la lengua española? ¿Por qué no se ha adaptado *guei en lugar “gay”? ¿Cuál es la diferencia con “güisqui”? ¿Es la RAE una institución discriminadora o más bien una institución cuyo rumbo resulta indefinido para los hispanohablantes? La verdad es que nos hubiera encantado poder terminar el artículo con una respuesta clara a todas estas preguntas, pero mejor os dejamos el debate a vosotros. ¿Sois dueños de vuestra lengua o sois "acatadores" de la norma?

jueves, 23 de octubre de 2014

Pronombres átonos: leísmo, laísmo y loísmo

Curiosamente, los hablantes del español solemos tener problemas a la hora de utilizar correctamente los pronombres átonos (lo, la, le), llegando incluso a influir en la forma de hablar empleada en los medios de comunicación, por lo que en esta entrada vamos a explicar cómo se deben utilizar y qué se debe evitar.

En primer lugar vamos a explicar su uso correcto o normativo según la Real Academia Española (RAE):


Complemento directo
Complemento indirecto
Singular
Lo
La
Le
Plural
Los
Las
Les
Leísmo
Consiste en utilizar “le” en lugar de utilizar los pronombres “lo” y “la” para desempeñar la función de objeto directo.
Se ven afectados en mayor o menor medida, por ejemplo: Castilla y León, Madrid, Cáceres, País Vasco y Navarra en España.

Concretamente, en Valladolid, León, Palencia, Burgos, Segovia y Soria emplean el leísmo tanto en singular como en plural. En Salamanca, Ávila, Madrid y Cáceres tan solo se emplea el leísmo en singular. En País Vasco y Navarra, debido a la influencia del euskera, utilizan “le” tanto para objetos animados como inanimados, independientemente del género. Existen casos mixtos como el de Cantabria, donde utilizan “le” para los complementos directos masculinos con antecedente contable, y “lo” para cuando el antecedente es incontable (sin tener en cuenta el género ni el número).

En lo referente a si es o no correcto, la RAE estima que en singular es incorrecto cuando se emplea para referirse a una cosa, pero no lo es si se está refiriendo a una persona masculina (siendo incorrecto si es una persona femenina). En el plural siempre se considera incorrecto. Por ejemplo:
  •  Al perchero le repararon ayer [error] – en lugar de – El perchero lo repararon ayer
  •  A Laura le vi en el parque [error] – en lugar de – A Laura la vi en el parque
  • A Mario le saludé la semana pasada [aceptado] – A Mario lo saludé la semana pasada

También se acepta el uso del leísmo en las construcciones impersonales con “se” (tanto en singular como en plural). Por ejemplo:
·         Al futbolista se le felicitó por el buen partido que había jugado

El uso correcto del pronombre átono “le” sería para las ocasiones en que se refiere al complemento indirecto, tanto en masculino como en femenino. Por ejemplo:

·         Le dije que comprara el pan

 Laísmo

Consiste utilizar el pronombre “la” en lugar de utilizar el pronombre “le” para desempeñar la función de objeto indirecto. Suele ocurrir debido a que se desea remarcar el género de la persona de la que se habla. Por ejemplo:

·         A Sara la pidieron que no fuera - A Sara le pidieron que no fuera

Se ven afectadas Madrid, Cantabria y Castilla y León (en el centro y el noroeste).


Loísmo

Consiste en utilizar el pronombre “lo” en lugar de utilizar el pronombre “le” para desempeñar la función de objeto indirecto. Es mucho menos común que los otros dos. La RAE lo considera incorrecto, al igual que al laísmo. No se suele dar en textos escritos, excepto en algunos marcadamente dialectales.

·         A Carlos lo despidieron hace un mes – A Carlos le despidieron hace un mes


Se ve afectado el norte de España, a causa del asturleonés oriental. Concretamente se da en el centro y este de Asturias y casi toda Cantabria.

jueves, 16 de octubre de 2014

«Diccionario de la lengua española», 23.ª edición

Hoy, 16 de octubre, se publica la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española (DRAE), coincidiendo con la celebración del tricentenario de la Academia. El DRAE cuenta con una historia de tres siglos y hasta la fecha se ha visto modificado en veintitrés ocasiones. Nació con el Diccionario de autoridades (en seis tomos), publicado de 1726 a 1739; pero fue en 1780 cuando se publicó la primera edición del DRAE como tal.  Su última modificación tuvo lugar en 2001, siendo la 22.ª edición.

Con la participación de 22 academias de la lengua española se ha trabajado en las modificaciones del diccionario; estas se han ido reflejando por tandas en el DRAE de consulta en línea a través de los artículos enmendados. El  14 de marzo de 2014 se finalizaron todas las modificaciones del DRAE, que lo dejaron listo para su publicación en octubre de 2014.

La tarea que la RAE se propone con el nuevo DRAE, según la propia institución, es la de llegar a convertirse en referencia para todos los hispanohablantes. Esta ardua tarea es especialmente difícil ya que somos alrededor de 500 millones de hispanohablantes los que nos vemos afectados por estos cambios.

Los objetivos que se marca la RAE con la 23.ª edición son el enriquecimiento, la modernidad y la coherencia. También se ha hecho hincapié en las marcas geográficas americanas y en los extranjerismos (con la incorporación de neologismos), en la actualización de léxico y en cambios en la estructura de las entradas.

Esta nueva edición es la más revisada de la historia, con más de 100.000 enmiendas, 5.000 voces más, 93.000 artículos y 200.000 acepciones.

Algunas de las nuevas palabras que se han incorporado al diccionario están relacionadas con las necesidades que han surgido a los hablantes a lo largo del tiempo, principalmente por motivos tecnológicos. Algunas de ellas son: cameo, precuela, dron, SMS, etc. También hay otras que por uso se han visto recogidas en esta edición: ugetista, pepero, canalillo, culamen, mariconada, judiada, isidril, rociero, etc.

Con respecto a los extranjerismos, se han acuñado palabras del inglés, por ejemplo, que han sido adaptadas a la grafía española: tuitear, tuitero, tuit, blog, bloguero, hipervínculo, jonrón, etc. Sin embargo, hay otras que han mantenido su grafía original a pesar de mantener la pronunciación de su lengua origen: pen drive, sudoku, sushi, etc.. Otras, como “tableta” (refiriéndose al aparato electrónico), que ya existía la entrada en el diccionario, han sido incorporadas como una nueva acepción dentro de esa misma entrada.

Algunas voces se han visto modificadas en sus definiciones, como es el caso de “estado”, “masculino” o “femenino”. Otras modificaciones relevantes son la exclusión de de “ch” y “ll” del alfabeto y la denominación de “y” como “ye” de “w” como “doble uve”.

Las modificaciones también abarcan las reglas de acentuación. Por ejemplo, la “o” que se escribe entre números ya no se acentúa ya que, debido a su grafía, no da lugar a confusión con el cero. La palabra “solo”, que se acentuaba cuando correspondía al adverbio “solamente” para diferenciarlo del adjetivo “solo” ya no lleva tilde ya que, según la institución, el contexto va a ser siempre clave en la determinación del significado.

Siguiendo esta pauta, los demostrativos que actuaban de pronombres por no ir acompañando a sustantivos y que, por tanto, se acentuaban, pierden la tilde debido a que ya no existe esa necesidad. Otras palabras han perdido la tilde por considerarse monosílabas, y como todo monosílabo, no se acentúan: ion, guion, truhan, etc.

Por último, los cambios en el DRAE han hecho que 1350 palabras se envíen al diccionario histórico. Aquí tenemos algunos ejemplos: bajotraer, bigorrella, acupear, alidona, fenicar, sagrativamente, dalind, etc.

En esta entrada resumimos algunos de los cambios que veremos reflejados en la 23.ª edición del DRAE. Ahora, ¿qué conclusiones se pueden sacar?, ¿estáis de acuerdo con todos los cambios?, ¿está la RAE adaptada al día a día?, ¿son todos los cambios adecuados, razonables y coherentes? Aquí os dejamos estas posibles reflexiones para que juzguéis y opinéis vosotros mismos.