Hoy, 16 de octubre, se publica la 23.ª edición del Diccionario
de la lengua española (DRAE),
coincidiendo con la celebración del tricentenario de la Academia. El DRAE cuenta con una historia de tres
siglos y hasta la fecha se ha visto modificado en veintitrés ocasiones. Nació
con el Diccionario de autoridades (en
seis tomos), publicado de 1726 a 1739; pero fue en 1780 cuando se publicó la primera
edición del DRAE como tal. Su última modificación tuvo lugar en 2001, siendo
la 22.ª edición.
Con la participación de 22
academias de la lengua española se ha trabajado en las modificaciones del diccionario;
estas se han ido reflejando por tandas en el DRAE de consulta en línea a través de los artículos enmendados.
El 14 de marzo de 2014 se finalizaron
todas las modificaciones del DRAE, que
lo dejaron listo para su publicación en octubre de 2014.
La tarea que la RAE se propone
con el nuevo DRAE, según la propia
institución, es la de llegar a convertirse en referencia para todos los
hispanohablantes. Esta ardua tarea es especialmente difícil ya que somos
alrededor de 500 millones de hispanohablantes los que nos vemos afectados por
estos cambios.
Los objetivos que se marca la RAE
con la 23.ª edición son el enriquecimiento, la modernidad y la coherencia. También
se ha hecho hincapié en las marcas geográficas americanas y en los
extranjerismos (con la incorporación de neologismos), en la actualización de léxico
y en cambios en la estructura de las entradas.
Esta nueva edición es la más
revisada de la historia, con más de 100.000 enmiendas, 5.000 voces más, 93.000
artículos y 200.000 acepciones.
Algunas de las nuevas palabras
que se han incorporado al diccionario están relacionadas con las necesidades
que han surgido a los hablantes a lo largo del tiempo, principalmente por
motivos tecnológicos. Algunas de ellas son: cameo, precuela, dron, SMS, etc.
También hay otras que por uso se han visto recogidas en esta edición: ugetista,
pepero, canalillo, culamen, mariconada, judiada, isidril, rociero, etc.
Con respecto a los
extranjerismos, se han acuñado palabras del inglés, por ejemplo, que han sido
adaptadas a la grafía española: tuitear, tuitero, tuit, blog, bloguero,
hipervínculo, jonrón, etc. Sin embargo, hay otras que han mantenido su grafía
original a pesar de mantener la pronunciación de su lengua origen: pen drive,
sudoku, sushi, etc.. Otras, como “tableta” (refiriéndose al aparato electrónico), que
ya existía la entrada en el diccionario, han sido incorporadas como una nueva
acepción dentro de esa misma entrada.
Algunas voces se han visto
modificadas en sus definiciones, como es el caso de “estado”, “masculino” o “femenino”.
Otras modificaciones relevantes son la exclusión de de “ch” y “ll” del alfabeto
y la denominación de “y” como “ye” de “w” como “doble uve”.
Las modificaciones también
abarcan las reglas de acentuación. Por ejemplo, la “o” que se escribe entre
números ya no se acentúa ya que, debido a su grafía, no da lugar a confusión con el cero. La palabra “solo”, que se acentuaba cuando correspondía
al adverbio “solamente” para diferenciarlo del adjetivo “solo” ya no lleva
tilde ya que, según la institución, el contexto va a ser siempre clave en la
determinación del significado.
Siguiendo esta pauta, los
demostrativos que actuaban de pronombres por no ir acompañando a sustantivos y
que, por tanto, se acentuaban, pierden la tilde debido a que ya no existe esa
necesidad. Otras palabras han perdido la tilde por considerarse monosílabas, y
como todo monosílabo, no se acentúan: ion, guion, truhan, etc.
Por último, los cambios en el DRAE han hecho que 1350 palabras se
envíen al diccionario histórico. Aquí tenemos algunos ejemplos: bajotraer, bigorrella,
acupear, alidona, fenicar, sagrativamente, dalind, etc.
En esta entrada resumimos algunos
de los cambios que veremos reflejados en la 23.ª edición del DRAE. Ahora, ¿qué
conclusiones se pueden sacar?, ¿estáis de acuerdo con todos los cambios?, ¿está la RAE adaptada al día a día?, ¿son todos
los cambios adecuados, razonables y coherentes? Aquí os dejamos estas posibles
reflexiones para que juzguéis y opinéis vosotros mismos.
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